miércoles, 7 de noviembre de 2018

Con la flecha en el corazón.


Afuera la oscuridad cubre a medias los autos del estacionamiento, pero acá en esta habitación, la luz artificial golpea mis ojos y me pone los oídos sensibles, escucho llorar a un niño o es el llanto de una mujer, salgo apresurado para acudir al niño o calmar a la mujer. Garúa un poco.  Habían muchos gatos y entre ellos uno que lloraba más patético que nadie o más emotivo que un sentimental. Me mira fijamente a los ojos e imagino preguntarle, qué es lo que pasa, pero sólo puedo pensar en D, en los gatos que le rodean y saltan sobre el techo de su habitación para espantarla o para atraparla, como el chico por “sobre las azoteas” pero ese es otro cuento…  sólo cuándo veo un pingüino me siente atada, dice ella. Es por eso que yo soy un pingüino que escribe sobre gatos y sobre D.

—Qué miedo, pensé que era un niño que lloraba, por eso salí a ver… pero era un gato. Lo siento D, no me gustan los gatos me dan miedo… ¿me perdonas?—. Le digo un poco  jugando y un poco en serio, porque D quiere un poco, es decir mucho, a los perros y a los gatos. Y a los pingüinos también, tal vez.  Tiene, entre tanto  7 perros  a los que cuida con esmero y en este preciso instante; Carlota y el Innombrable le acompañan. Me acerco a ella que mira concentrada la pantalla de la pc, me acaricia la barbilla, entonces con la expresión imbécil, me tumbo sobre la cama y pienso que soy un perro contento o un gato feliz.

—Los gatos en mi barrio son muy jodidos y muy gordos, saltan a mi techo, me asustan porque pienso que es un temblor y a otras veces se pelean entre ellos, eso no me gusta. Yo veo como a veces  discuten, casi hablan—. Me dice concentrada en la computadora.

A mí no me gusta que ningún gato quiera entrar a la habitación de D ni siquiera en sus noches de insomnio o a conversarle, ni siquiera cuando amanece tumbada sobre su cama viendo como el sol y los pájaros de la madrugada le dicen que ya es otro día. Sólo confío en Nico uno de sus perros  aunque Nico hace sólo lo que los perros hacen, dormir a los pies de D, aunque a veces cuando me mira fijamente pienso que piensa lo mismo que yo pienso de él. Pero no voy a complicarme con eso porque Nico está de vacaciones y mientras tanto sólo importa como anuda sus noches D con los ojos abiertos.

—Bueno… si yo fuera  un gato y supiera dónde está tu habitación también saltaría sobre tu techo. Bueno… si supiera exactamente donde está tu habitación saltaría sobre tu techo, aunque no fuera un gato. Eso, sino me abres la puerta. Le digo.

Prefiero que saltes sobre mi techo y caigas como los gatos gordos de mi barrio. Me dice y luego se ríe.

Me duele el ojo. Me quejo con ella.

Ya estás grande para quejarte y sabes que no es tan grave. Me dice un poco seria y la vez me alcanza manzanilla fresca. Lo reposas y luego dejas que enfríe. Te lavas los ojos con el agua. Así es como cuido a Nico, (Sí antes no lo dije, Nico es su perro). ¡Y duerme! Sino terminarás loco, más loco, aunque me gustas un poco así o puede también que podrías terminar matándote. ¿Qué prefieres? Me pregunta.

No soy un perro. Contesté indignado. Lo sé y no sé porque te cuido tanto. Me calla y me enciende el corazón como si fuera un motor de un auto deportivo con muchos caballos de fuerza galopando por mis venas.

—Prefiero dormir. Le dije mientras un gato estaba sentado en la ventana, indiferente, como si no existiéramos, creo que en ese momento nosotros estábamos ahí para no ser vistos por el gato y pienso que para D tampoco el gato estaba ahí. Si duermo dejaré de ver fantasmas, creo por eso me duelen los ojos.

Cuando estoy en casa, en mi habitación, afuera  los gatos tras de mi ventana se juntan para maullar y provocarme, no sé cuál sea su afán o qué es lo buscan y eso es todas las noches inalterablemente.

Duerme y no te quejes. Y lo de loco, me preocupa un poco. Me besa, se despide y cierra la puerta.

Al caminar  de regreso a casa pienso en Daniel Day-Lewis interpretando a Bill El Carnicero, concentro mis recuerdos en  la expresión de sus ojos y con cierto consuelo me digo a mi mismo que también esos ojos deben dolerle, pero ya era muy de noche, me apresuré por volver, aunque cuando llegué era ya casi de madrugada, para ver la nueva película Daniel Day-Lewis interpretando esta vez a Lincoln,  y el Lincoln histórico, real, aunque la historia también resulta siendo una fábula. Fue la causa de Drett Scott,  llevó incluso a  enfrentarse con El Tribunal Supremo. Drett Scott  fue un esclavo cuyo dueño era John Emerson en el estado de Missouri, acompañó a su amo a Illinois estado en el que la esclavitud estaba prohibida, al cabo de algunos años volvió junto a Emerson a  Missouri pensó que por vivir esos años libre había adquirido la libertad, pero volvió a ser  propiedad de Emerson y luego del cuñado de Emerson y así.   Ciento cuarenta y un  años después Will Smith, un joven actor negro, buscaba la felicidad interpretando a Chris Gardner, convencido de que la felicidad es la propiedad, la acumulación de riquezas, que cimenta  el espíritu estadounidense.

Los gatos se van juntando con paciencia fuera de mi ventana en el silencio del cansancio y la noche, como si fuera una pequeña platea para gatos. Enciendo la Tv y veo infinitamente el rostro de D, los gato empiezan a maullar y de pronto, siento un golpe en las sienes  y para mí se apaga la luz para siempre.

Y yo aquí, recostado con la flecha en el corazón.



martes, 12 de febrero de 2013

La noche no tendrá fin. Nunca.

A veces pienso que no te has ido nunca, y otras veces que no volverás jamás, o por el contrario que yo me he ido para siempre y que no puedo volver, que me he perdido. A veces pienso que sólo el tiempo, que sólo el tiempo; es brutal, rígido, inflexible, que nos tapa los ojos, que no nos deja saber qué es lo que nos une. Quizá porque el tiempo es lo único que tenemos y lo único que nos falta. Piens...o que si un día me encuentro y encuentro como volver ya nada será igual, tal vez sólo las cosas jodidas serán iguales, y lo demás todo será diferente. No habrá quién me espere, salvo mis ganas de dificultades, de engaño, de vicio, de mentiras, de morir.

Vamos a quedarnos solos mi amor, en medio de este vacío, borrándonos poco a poco pero de la misma manera.

Vamos a quedarnos solos mi amor.

La noche no tendrá fin. Nunca.


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martes, 4 de diciembre de 2012

Suelto en la oscuridad de la ciudad.

Con suavidad abro la puerta, salgo con cautela y contengo el vapor de mi aliento entre mis dos manos, como si fuera una vasija para contener melancolías. Salgo silencioso, como un felino con el corazón suelto en la oscuridad de la ciudad y con exageración veo como el loco se emborracha y el tonto ni siquiera sorbe una gota.


Cuando amanece, luego del sermón de la lluvia, la bruma se apodera de la ciudad y me empuja con pocas ganas de vuelta a casa –Vete ya− dice, pero el desgano me vence y con la lentitud de mis pasos, fijo mis ojos en el borde de los techos y me doy cuenta como las gotas se suspenden en el filo de los tejados, resignadas, condicionadas al tiempo, que saben que de todas maneras caerán contra la dureza del piso y la importancia del no ser.

¿Quiénes, cómo, cuándo, por qué?

−Cada uno para sí, cada uno para su propia causa. Pienso, egoísta, en voz alta, intimidado.

−¿Los otros? ¿Los demás? ¿Todos? Me dice una sensación que nace desde mi interior y no reconozco.

Tal parece que son momentos de resentimiento que buscan el pan del que solamente vive el hombre.

El felino contrae sus garras. El aire se llena de fría escarcha que en silencio atraviesa todos sus nervios.

Desearía volver sobre el lago, dónde quizás aún floten mis sueños.

Porque la ciudad de esta manera es un desconsuelo.

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martes, 16 de octubre de 2012

Delirio sabe gritar.

Traspasé de prisa la noche, para no morirme de aburrimiento que por causa de una vida tan ordinaria me ha resultado tan fatal que no deja de angustiarme. Tampoco sería capaz de suicidarme. Sólo hombres con el criterio más desarrollado tendrían la osadía de hacerlo. Ja.

La barba me crece por culpa de la pereza y hace que me vea doblemente miserable, y además  Delirio, con buena voluntad me dice:

−Ey muchacho qué sucede.− Yo giro la mirada para adelante o para atrás, no estoy seguro, pero no sé de qué habla.

−Ey gusano, qué sucede!− Vuelve a gritarme, y yo vuelvo a ignorarlo porque no sé de qué demonios habla.

El desvelo de la noche anterior no me permite recordarlo, o el olvido de esta mañana, no lo tengo claro otra vez, sin embargo mi instinto sabe que la gente que se junta vuelve a separarse y lo sigo ignorando.

−Ey! – me dice.− Y yo vuelvo hacia él, (Delirio) y de pronto arroja sobre mí un leve papel que arrugó dentro su puño. Yo caigo con la sorpresa, con todo el peso sobre mi hombro que en seguida se disloca y todos mis fantasmas se alborotan, incluso ellos se espantan. Uno de ellos me jala del brazo que no me sirve y me dice “no vale caerse acá” Me reincorporo no sé ya para qué.

Pero hay finales tristes.

−El delirio no te deja nacer de nuevo.−Me dice ella casi muerta y melancólica, en otra realidad.

−Entonces nada justifica mi presencia en este mundo. Ni siquiera tu pregunta. −Le digo inseguro.

−No te diré.− Responde ojalá no hasta desaparecer.

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jueves, 7 de junio de 2012

Drama, tu alma será feliz.

En junio (mes terrible) cíclicamente el Inca Pacha Kutiy Inqa Yupanqui descuartiza a su hermano Inqa Urco, mientras por entre sus dedos se le desliza lentamente un helado de freza, que en seguida se lleva a la boca.

La siniestra multitud se llena las vejigas de un líquido dorado que maravilla sus cerebros. En el otro extremo el tren silva en exacta sincronía con la uretra del Gran Wiracocha, que llora por sus hijos, por el uno victimario y por el otro favorito cuyos nervios no pudieron resistir. La ciudad se hace pestilente.

Ruge el canto de los motores de los carros a lo lejos, ruge también el frío amenazando la voluntad ignota de la gente, pero ellos como bien sabemos no saben nada de nada, ni siquiera del polvo.

Un hombre se contrae en posición fetal y aguanta los golpes del Inqa Pacha Kutiy furioso, babeando una resina blanquecina entre las comisuras de su boca. Insomnia para ayudar al hombre, grita: ¡Basta! Y la multitud responde: ¡Que alguien lance la primera piedra! Entonces el Inqa triste y furioso sin mirarle suelta la primera piedra, fue así que la multitud desapareció al hombre y construyó un monumento.

Fue así que desaparecí. Por gracia del Karma.

domingo, 13 de mayo de 2012

De Hombres, Polillas y Aviones.

Una polilla sacude el polvo de sus alas sobre la cama, casi puedo sentir su impotencia en la violenta y frenética manera de mover sus frustraciones que evitan elevarse  con suavidad. En el constante intento de incendiarse se aproxima al borde de la cama, yo supongo que es como estar a la orilla del abismo y si sus ganas no se encienden, caerá; pero su intensidad no es tan grave. No es como yo quisiera. Cae con todo el peso que no tiene y por eso esta vez flota en el aire sin esfuerzo (como los ojos de alguien que no sé si en realidad respira) casi también como las palabras que se deshacen en mí.
En alguna ciudad del mundo inauguran un nuevo aeropuerto, avisa la Tv, como si me importara, pero me gusta soñar con aviones y ver polillas, ligeras como un leve suspiro, sobre todo cuando la ciudad ya es tarde y me aleja del insomnio, de la idea persistente que se repite en mi cabeza sin parar. De pronto, la calle se hace violeta, asomo la cabeza por la ventana y un hombre con una capucha en la cabeza y un puñal en la mano le grita a otro.
Te voy a matar de tanta insistencia. Como si esas palabras no le pertenecieran.
Y ambos se miran fijamente a los ojos y con los brazos abiertos, como dos animales que le danzan a la noche,y al peligro, y a la emoción pero luego se van en silencio mientras sus dedos juegan con sus puñales.
Ya estoy dentro de la habitación de nuevo, la polilla es un aire que se contiene alrededor de la luz, insaciablemente; gira y gira sobre la fuente.


Como yo que ahora mismo voy a soñar con aviones otra vez.
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jueves, 3 de mayo de 2012

El ültimo Día Del Maravilloso Error

Volví de un lugar del que jamás creí lograría salir porque nunca estuve ahí con el valor integro dela contradicción. Dos cúmulos de sangre roja-negra atraviesan mis pulmones y por mi boca brotan como dos frescas flores que crecen con el agobio de la negación (tú no existes).


−Todos tenemos sólo recuerdos, luego éstos se convierten en pensamientos que giran y giran y se agrandan en la cabeza y pesan aún más. − me dice una voz, en silencio y a oscuras.

Y como yo sé que ella habita la locura y yo el vacío le respondo:

−Quiero verte− Entonces ella infla su ego de un aire toxico, de desprecio a si misma y anomalía que casi le permito llenar mi vacío. “Yo soy así” se repite a sí misma en voz tal alta sin que a nadie le importe.

Esa voz es incongruente, esa palabra, incongruente, significa que no se corresponde ni con algo y menos con ella misma. Pero a pesar se mueve con el viento y sus necesidades, es decir la compañía de subnormales y yo me pongo lentito al final de esa breve cortesía, para luego rechazarla.

−No hablo de mí. –Ruge la voz, furiosa.

Pero aun así, aunque esconda su sombra, muestra todo de sí, incluso el coagulo que la contiene casi un mes y no admite cambios.

−¡Ey! La vida se va rápido nos supera siempre.−Respira el tipo raro muy bajito como quién no da importancia, mientras se corta los brazos.

“Es inútil el combate” me digo sin abrir la boca, salgo, jalo la puerta y me voy.

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miércoles, 8 de febrero de 2012

Teoría del Adios.

La siguiente jugada es sobre una enorme hoja de papel en blanco difícil de llenar; sobre todo en esta noche también difícil de llenar, noche húmeda y fría. Lo peor es que el tiempo avanza a una velocidad constante: 40.3 Kb/s sin soltarme los pies y la neblina se asoma curiosa por la esquina, como si me trajera sin temor el lado hueco del pecho, esa parte del cuerpo dónde sólo habitan voces y fantasmas, pero yo, irresponsable ante tan grave sensación, le doy la bienvenida resignado, sin que las luces de los postes me ayuden, y le pregunto: de dónde viene.

−Los nervios nos delatan constantemente−. Me dijo la neblina sin poder tocarme y yo sin poder respirarla.

La noche es oscura y permanente por dentro, pero afuera se hace densa y se llena de luz y hace girar nuestros sentimientos.

El papel se convierte en un interminable desierto circular sin principio ni final y en cada paso pierdo una estrategia y pierdo con ello un muerto que me deshabita.

− ¡Qué tonto eres!− Repite mil veces el desierto.

Y se aleja lentamente, con seguridad, tal vez hasta desaparecer.

Otra vez estoy despierto.




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jueves, 26 de enero de 2012

Enésimo Intento de Escape

Una oruga se arrastra lentamente en mi habitación y mi habitación sólo existe en mi interior. Un demonio llama a otro demonio y juntos acechan por la ventana la parte suave de mis sueños que me cuida del zumbar constante de la locura, pero a la vez ese zumbar despierta mis pesadillas también constantes. No es como una oruga que inventé, atrapada en una cajita de fósforos, sino como un ser extraño, monstruoso, sin forma, con nombre de oruga, uno diferente a las orugas que habita en cada uno de nosotros, éste sólo tiene nombre de oruga y me atrapa en un cumulo de luces nuevas que se proyectan desde el televisor.

A estas alturas oigo el sonido de la escarcha que cae y no siento la gravedad.

−Afuera no hay nadie, ni nada−. Grita como si fuera una orden, el cumulo absurdo de luz. En esta noche que no es libre, que está enjaulada en la fina lluvia de alfileres y la bruma desesperada de la soledad.

–Es que así se vive mejor. Dice otra voz.

−Ya duérmete, me dice la habitación y su eco resuena en espiral hasta mis miedos.

Me pongo de cuclillas y otra vez me mantengo despierto hasta hoy que es otro día, en el mismo lugar en esta habitación que sólo existe en mí.


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sábado, 10 de diciembre de 2011

El sábado de invito un poquito de locura

L no sabe que su ausencia me dejó un enorme hoyo en el pecho, que sirve también para guardar muertos y conservar la tristeza tal y como ella quiere, porque cuando L no tiene nada para mí es un poco como desaparecer, pero aun así L oscila invisible alrededor mío, incluso dentro de mis huesos, también en la lejanía, otras veces en el recuerdo, casi en todas partes y de todos los modos.

Hoy es emocionante para mí hasta, aun luego de hoy.

-El sábado te invito un poquito de locura. Me dijo. Resumiendo su sencilla sonrisa.

Me conmueve pensar en la locura, porque todavía deliro y la razón me funciona como un avión de caza a punto de caer. Todo eso, bajo la sombra de la rareza y la autodestrucción.

El sábado tendré un poquito de locura de L y sobre todo la veré.


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viernes, 21 de enero de 2011

Dialogo con la mujer que invadió mi sueño.

Estabas abstraída en medio del puente con tus cabellos que revoloteaban con el viento como una violenta llama de fuego que se consume y tu mirada era a ninguna parte, pero de pronto una piedra dio con tu cabeza, permaneciste un momento inmóvil, luego caíste al caudal del rio. Yo vi como caíste, yo estuve ahí. Apresurado y con desesperación me lancé al rio, el agua estaba fría, pero yo me muevo bastante bien en el frío, buscaba tus manos que se perdían, nadé, nadé...., hasta encontrarte te tomé del cuerpo y logré sacarte a la orilla, quedamos tendidos en el pasto verde, abstraídos está vez los dos; sin hablar, mirabas las nubes y yo la profundidad de la vida. Acariciaban tus pies la suave espuma del agua que se agitaba al borde.

−A veces sucede, ¿sabes? Que no siempre se obtiene lo que se quiere, que ese vaivén de extremos, ese péndulo de sensaciones cortísimas −del que hablas− pasa. Me dijiste inesperadamente.

Giré la cabeza, te miré a los ojos y te conté: que salgo todos los días a comprar pan y todos los días llego tarde, entonces me detengo en la puerta y me pregunto ¿de qué trata todo esto? Y todos los días regreso con desconsuelo, sin ni siquiera saber a dónde, ni por qué, entonces me siento como un animal con el corazón enjaulado, como un animal de clima frio condenado a vivir en el desierto ardiente, o sea, estoy fuera de lugar y eso me agobia.

Sé que ya te vas, que te quieres ir, que te irás al fin del mundo, que para eso te abrigas.

−Cuídate. Me dices, te estremeces, encoges los brazos y te vas.

−Que la fuerza te acompañe. Respondí. Y nos evaporamos.


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lunes, 10 de enero de 2011

Escape De La Casualidad

Ya me voy, me salgo.

Antes que mi cuerpo se derrita por completo porque es muy arriesgado estar en está habitación solo, con el temor de encontrarte otra vez, realmente como eres.

Abro por el borde las cortinas de la ventana, la luz entra atropelladamente y quiebra mi voz, me doy cuenta que esta oscuridad es sólo mía, acá me siento como el agua que se esconde en un cubo de hielo, con el temor de ser expuesto al calor.

Ya me voy, ya me salgo.

Antes de que todo lo que siento caiga y me aplaste y nada quede de mi, quizá sería lo mejor para mi o para ti o sería mejor que sentirme una hoja seca, frágil, al que pisan con indiferencia y al que la casualidad lleva donde sea...

Pero yo escapo de esta casualidad.

Me asomo otra vez a la ventana, el cielo está gris, resalta aun más el desorden y me doy cuenta que mi casualidad ya se ha ido.


miércoles, 15 de diciembre de 2010

Espera. Nada Sucede

El aguacero cae como si fuera la ultima vez y adivinara nuestra tragedia interior, y en las calles las ruedas de los carros giran, la noche y el silencio crecen más y más y se apaga el ímpetu de esperar el nuevo día, aunque la noche no es oscura del todo, también los otros habitantes escrutan su propio misterio, como yo en los ojos raros que me miran fijamente en mi mente y sin parpadear.

En mi cabeza también vuela una mosca en línea recta y el zumbar gira alrededor del cráneo y con un aguijón atraviesa mi corazón y lo niego todo, absolutamente.

Pero en esta realidad cierro la única salida.

Espera.

Las luces en la caja se invierten, son luces oscuras y la habitación tiembla en el temor de un gusano que se esconde bajo la cama, pasan los minutos y sube silenciosa y suave, entra en mi cuerpo por la planta de mis pies, hurga todo mi interior y duele hasta en las células, hasta en las arterias, hasta en la sangre y la cabeza, las ideas se desvanecen y el pánico vuelve en ese otro ruido enrarecido y siento que me descascaro, me consumo.

La noche sigue insuperable, la oscuridad es definitiva, nadie conoce nada y nada es el absoluto al que quiero llegar, la negación, esa espiral de atracción permanente. Un monstruo que se consume así mismo sin desprenderse del tiempo.

El miedo tiene ojos grandes y esta caja se hace grande o se hace pequeña contrariamente a mis deseos, en esta caja no me sale la nada, y rebalsa todo. En esta caja, en este mundo soy un gusano insolente y putrefacto que ingresa en otro gusano.

Pero espera. Nada sucede.


martes, 27 de julio de 2010

Recurrencia

Mi recuerdo es un ramo de globos aerostáticos en tus manos/ o el reflejo del infinito reposado en la quietud de un charco/ el aire que merodea tus alrededores, limpio, dulce y verde, insiste en mi memoria./

Instiga mi tranquilidad, tus labios, tu piel, tus ojos, tu cuerpo inmaculado en el que nunca estuve./

Mi intento es desprenderme de ti con el olvido/ o andando sobre el asfalto ardiente del mediodía/ pero yo me ahogo en el silencio y me rindo otra vez./

Guardas lo que quiero en tu bolso que cuelga desde tu hombro hasta el abismo/ y las cometas se desprenden de tus deseos hacia el cielo naranja/ las nubes jamás se exprimen cuando más lo necesito./

Yo te quiero libre./ Cuando vuelvas la ciudad será un parque de niños/ y soñarás con trenes y cocodrilos de goma dulce/ sólo para verme sonreír/

Soy una película muda en blanco y negro con el lenguaje primitivo cuando quiero decirte lo que siento.

Cómo volver a reunir lo disperso.

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lunes, 27 de julio de 2009

Yo-Pterodáctilo

A esta hora de la madrugada todo se torna azul y el naranja se aproxima en el horizonte como una enorme bola de fuego, a esta hora todo el azul del cielo se convierte en mariposas que regresan a tu rostro y cuando sonríes las mariposas abren sus alas y otra vez el mundo se vuelve azul y yo cursi hasta los huesos.

Yo soy un pterodáctilo naranja salmón que no vuela en la densidad de tu cielo, soy un monstruo que se esconde en el interior del pterodáctilo y con la simbiosis nos consumimos a pedazos y lentamente. Una vez rompiste el hielo en la que vivíamos el monstruo y yo-pterodáctilo, pero pasó tanto tiempo que olvidamos de como volar, cortamos nuestras alas, nuestras patas y volvimos a ser un huevo.

Estos días son los mismos, el tiempo es un árbol de otoño con sus ramas que se extienden en horas, minutos, segundos, pero la edad no me deja crecer; las hojas también son azules y caen con las posibilidades, es decir con lo que pudo haber sido y no fue.

A veces un golpe de nostalgia descansa la mente de la voracidad del insomnio, pero la noche es dura y es inútil el combate.

Azul, lila, morado, violeta, así hueles y así cargas la ausencia de quién te quiere.

viernes, 31 de octubre de 2008

L es azul infinito

L le asigna colores a las personas, yo soy azul para ella, azul infinito. Freud ya no explica este proceso inconciente, extremadamente sensible que distorciona mi realidad y la de L, azul no es sólo una sensació cromática de la visión humana y a la de L, sino el opuesto y complemento del naranja osea yo o ella misma.

El azul es ausencia que como ella soy azul por su ausencia o ella es naranja para mí, como una fanta, que yo azul complemento con L naranja, pero L no sólo tiene color sino también música o melodía y es que para mi L es todos los tonos y canciones que más me gusta.

L se queja de que nadie quiere conocerle, L se queja de que todos la quieren, L carga muertos, porque a ella le gusta cargar muertos, porque ella sonríe a todo y a todos, L tiene amigos a los que quiere mucho y los que quieren matarla a patadas o golpeándola con el silencio, L tiene culpas, L es la teoría de los colores, L es mi reencarnación, mi circulo de hierro, L es la espina que se me clavó no sólo en el corazón sino en los nervios de la muñeca que me dibuja y me sostiene.

Yo quiero ser el azul de L, hasta cuando ella quiera, hasta que el cielo deje de ser azul o el mar sea de chocolate o cuando L deje de preguntarme quién es o qué es...

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