miércoles, 8 de febrero de 2012

Teoría del Adios.

La siguiente jugada es sobre una enorme hoja de papel en blanco difícil de llenar; sobre todo en esta noche también difícil de llenar, noche húmeda y fría. Lo peor es que el tiempo avanza a una velocidad constante: 40.3 Kb/s sin soltarme los pies y la neblina se asoma curiosa por la esquina, como si me trajera sin temor el lado hueco del pecho, esa parte del cuerpo dónde sólo habitan voces y fantasmas, pero yo, irresponsable ante tan grave sensación, le doy la bienvenida resignado, sin que las luces de los postes me ayuden, y le pregunto: de dónde viene.

−Los nervios nos delatan constantemente−. Me dijo la neblina sin poder tocarme y yo sin poder respirarla.

La noche es oscura y permanente por dentro, pero afuera se hace densa y se llena de luz y hace girar nuestros sentimientos.

El papel se convierte en un interminable desierto circular sin principio ni final y en cada paso pierdo una estrategia y pierdo con ello un muerto que me deshabita.

− ¡Qué tonto eres!− Repite mil veces el desierto.

Y se aleja lentamente, con seguridad, tal vez hasta desaparecer.

Otra vez estoy despierto.




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2 comentarios:

Anónimo dijo...

DUERME OTRA VEZ Y OTRA VEZ ,)

Arlet dijo...

A veces, es mejor, ser parte de la hoja de papel, y dejarse llevar, el sueño en ese caso, deja de ser importante.