miércoles, 15 de diciembre de 2010

Espera. Nada Sucede

El aguacero cae como si fuera la ultima vez y adivinara nuestra tragedia interior, y en las calles las ruedas de los carros giran, la noche y el silencio crecen más y más y se apaga el ímpetu de esperar el nuevo día, aunque la noche no es oscura del todo, también los otros habitantes escrutan su propio misterio, como yo en los ojos raros que me miran fijamente en mi mente y sin parpadear.

En mi cabeza también vuela una mosca en línea recta y el zumbar gira alrededor del cráneo y con un aguijón atraviesa mi corazón y lo niego todo, absolutamente.

Pero en esta realidad cierro la única salida.

Espera.

Las luces en la caja se invierten, son luces oscuras y la habitación tiembla en el temor de un gusano que se esconde bajo la cama, pasan los minutos y sube silenciosa y suave, entra en mi cuerpo por la planta de mis pies, hurga todo mi interior y duele hasta en las células, hasta en las arterias, hasta en la sangre y la cabeza, las ideas se desvanecen y el pánico vuelve en ese otro ruido enrarecido y siento que me descascaro, me consumo.

La noche sigue insuperable, la oscuridad es definitiva, nadie conoce nada y nada es el absoluto al que quiero llegar, la negación, esa espiral de atracción permanente. Un monstruo que se consume así mismo sin desprenderse del tiempo.

El miedo tiene ojos grandes y esta caja se hace grande o se hace pequeña contrariamente a mis deseos, en esta caja no me sale la nada, y rebalsa todo. En esta caja, en este mundo soy un gusano insolente y putrefacto que ingresa en otro gusano.

Pero espera. Nada sucede.